El nombre de “La encina de Zeus” no es propiamente filosófico, aunque la temática de este blog sea en su mayor parte filosófica. No obstante, es sobradamente conocida la metáfora del árbol del conocimiento ofrecida por Descartes.
¿Por qué la encina? Porque es nuestro árbol más característico. “En un país con árboles pequeños o regalos a las montañas y las vegas de los ríos, la encina aparece como el gigante negruzco de tallo corto y grueso, de copa amplia y espesa, capaz de albergar a todos los animales de la dehesa y de alimentarlos con su fruto: las bellotas” (NEWMAN, A. Árboles guardianes de la magia). Además, dicen que Zeus, el rey de los dioses, meditaba debajo de una encina para encontrar solución a sus problemas.
Por todo ello, ¿qué mejor lugar para reflexionar, dialogar y respirar que una encina?...
(Si no estás familiarizado con la estructura del blog, encontrarás, en la barra lateral de la derecha, las Etiquetas o títulos de los temas que trato en el blog, así podrás navegar sin problemas. Además dispones, como etiqueta, del Mapa del blog, que te desplegará los diferentes temas con las distintas entradas.)

domingo, 2 de febrero de 2020

V CAFÉ FILOSÓFICO. IES "CARLOS III"


  https://pixabay.com/es/illustrations/acrílico-pintura-inspiración-1323646/

Tema:  “Las mujeres en la sociedad actual: igualdad, discriminación y empoderamiento.”

Lugar:  Asociación Cultural Vela y Mora. Prado del Rey (Cádiz).

Día y hora:  Miércoles, día 4  de marzo, a las 17:30 horas.

Organiza:  IES "Carlos III".


Esa temática se debatió en el II Café Filosófico en 2017. Con motivo de la celebración de la Primera Semana de la Igualdad entre hombres y mujeres en nuestro centro educativo (3 al 6 de marzo de 2020), se retoma nuevamente para analizar si en el inicio de esta nueva década del siglo XXI estamos más cerca de esa pretendida y deseada igualdad entre hombres y mujeres.



REFLEXIÓN INICIAL


Los nacidos en el siglo XX y tenemos ya unos años, cuando hablábamos del siglo XXI, nos imaginábamos un mundo sofisticadamente tecnológico: robots inteligentes, coches voladores, conquistas estelares, etc. Y, casi lo hemos conseguido, hemos alcanzado un gran desarrollo científico-técnico que nos permite tener una vida más fácil y feliz, aunque se haya generado otro tipo de problemas derivados del exceso del cientificismo y del uso inconsciente de la tecnología; quizás porque no todo lo que se puede hacer se debe hacer. No obstante, podemos poner en duda si tal crecimiento se ha producido a nivel de la moral en general, y los derechos humanos en particular. No es necesario realizar un exhaustivo análisis de nuestra sociedad para constatar que el ser humano, quizás ha evolucionado poco a nivel moral, o al menos mucho menos  que en el ámbito científico- tecnológico.

Siguiendo el análisis del desarrollo evolutivo del razonamiento moral realizado por Lawrence Kohlberg (1927-1987)[1], podemos afirmar que la gran parte de la población mundial se encuentra en los niveles más bajos de desarrollo moral. Podemos enumerar diferentes ejemplos que verifican este diagnóstico. Nos vamos a parar en uno de ellos: la discriminación de la mujer, objeto principal de nuestro quinto Café Filosófico.
Es cierto que, en la actualidad, la mujer se encuentra menos discriminada que en el pasado, pero sigue siendo víctima  de una sociedad machista que la discrimina en todos los sectores sociales, y más aún en los países en los que no impera la ley como principio de convivencia, fruto de un sistema democrático y un Estado de Derecho.
Son los “renglones torcidos” de la libertad y la dignidad humana: niñas y mujeres sin derecho a la educación y la asistencia sanitaria, matrimonios infantiles, agresiones y violaciones sexuales, mutilación/ablación genital, violencia de género, discriminación legal y laboral, discriminación salarial, discriminación sexual, invisibilidad de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad, etc., etc.
¿Por qué seguimos escribiendo con nuestras actitudes estos “renglones torcidos”? Porque seguimos renovando cada día una sociedad patriarcal con prejuicios machistas, con mitos anclados en la añeja visión determinista y androcéntrica del mundo, porque confundimos sexo y género, porque el aprendizaje social reitera inconscientemente actitudes sexistas y discriminatorias, refugiadas en el peso y el poder de la tradición; porque no se están poniendo en práctica políticas destinadas a reorientar los pilares de la educación, porque no queremos salir de la “zona de confort” reglada bajo los cánones del patriarcado…

Con todo, es necesario un giro “copernicano” a nivel ideológico, demandado por los principios de igualdad, libertad y dignidad humana, simplemente porque mujeres y hombres somos iguales, pero diferentes.
Para conseguir ese cambio en nuestra cosmovisión de lo masculino y lo femenino son necesarias estrategias educativas, sociales e ideológicas. Entre ellas, el llamado empoderamiento de la mujer. Se trata de un término acuñado en la Conferencia Mundial de las Mujeres en Beijing (Pekin) en 1995 para referirse al aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder. Actualmente esta expresión conlleva también otra dimensión: la toma de conciencia del poder que individual y colectivamente ostentan las mujeres y que tiene que ver con la recuperación de la propia dignidad de las mujeres como personas. Por tanto, este concepto hace referencia a la capacitación para la emancipación que adquieren las mujeres ante su propia vida, junto al poder colectivo que les dota de estrategias para producir cambios socioculturales…

El debate queda abierto. Seguidamente se sugieren algunos interrogantes como posibles preguntas para iniciar el Café Filosófico:

ü  ¿Por qué sigue existiendo en pleno siglo XXI la discriminación de la mujer?
ü  ¿Tan discriminada sigue estando la mujer en la actualidad?  
ü  Si se denuncia la discriminación de la mujer, ¿por qué se defiende la discriminación positiva de la mujer  como un camino hacia la igualdad?
ü  ¿Es posible alcanzar la plena igualdad entre hombres y mujeres?
ü  ¿Cómo se puede superar el machismo y la discriminación de la mujer?
ü  ¿El empoderamiento de la mujer es una necesidad para superar la discriminación de la mujer?
ü  ¿El lenguaje es sexista, potencia la discriminación de género?



[1] Psicólogo contemporáneo discípulo de Jean Piaget, que tras su estudio del desarrollo de la conciencia, llegó a la conclusión de que, a pesar de la pluralidad de contenidos morales (valores y normas), se puede hablar de esquemas universales de razonamiento vinculados a la propia psicológica, en función de los cuales  evolucionamos de esquemas más infantiles y egocéntricos a esquemas más maduros y altruistas. En general establece, siguiendo esta escala evolutiva, seis estadios de madurez creciente, con razonamientos morales diferentes: 1) Obediencia y miedo al castigo. 2) satisfacer los propios intereses. 3) ser aceptado por el grupo. 4) aceptar la normas acríticamente. 5) Derechos constitucionales. 6) Principios morales universales.

martes, 9 de octubre de 2018

IV CAFÉ FILOSÓFICO. IES "CARLOS III"


http://comunicacionticluz.blogspot.com/2017/05/actividad-ii-cibercultura-creacion-e.html

Tema: "LA CIBERCULTURA: ¿EL REINO DE LAS SOMBRAS?"

Lugar: Asociación Cultural Vela y Mora. Prado del Rey  (Cádiz).

Día y hora: viernes, día 16 de noviembre, a las 17:30 horas.

Organiza: IES "Carlos III".

Colabora: Asociación cultural Vela y Mora.


REFLEXIÓN INICIAL

Todo fluye, nada permanece".
Heráclito de Éfeso, filósofo presocrático griego.

Todo parece indicar que, al final, Parménides de Elea, filósofo presocrático griego, se equivocaba, a pesar de ser aplaudido por la cultura occidental, y quedar inmortalizado por la metafísica tradicional, al afirmar que el devenir, el cambio es un engaño de nuestros sentidos. Así es, al final, parece que Heráclito, su antagónico “contemporáneo”, y su máximo defensor, Nietzsche, tenían razón: todo cambia, todo fluye, y nada permanece.

Solo basta con mirar a nuestro alrededor para percibir que estamos inmersos en un continuo proceso de cambio, tanto en el mundo natural como el sociocultural. Inmersos en un devenir que escapa a los dictados de nuestra lógica racional de la que tanto presumimos, especialmente la que está avalada por la ciencia; hoy día encumbrada  en el trono del saber y arropada por la “sombra de la verdad”.
Si nos centramos en nuestro contexto sociocultural, observamos que, de forma vertiginosa, está cambiando nuestro modo de vivir y de entender el mundo. Movidos por una cosmovisión virtual y acelerada de la realidad, que está transformando nuestros esquemas mentales, nuestros valores y nuestra forma de mirar el mundo.
En esta espiral de cambios y transformaciones, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación juegan un papel esencial, y especialmente Internet que está generando una transformación radical a nivel cultural, social y existencial: nuevas formas de comunicación y relación interpersonal, interconexión global, desarrollo de la inteligencia colectiva, un nuevo lenguaje, el digital; acceso instantáneo a una información global, cambios en la percepción vital y espacio-temporal, etc. En definitiva, se trata de una sociedad digital alimentada por una cibercultura[1] con la que construimos una realidad virtual, para muchos la auténtica realidad, fundamentada en la libertad absoluta y en el anonimato, entre otros seductores pilares.
En este sentido, la realidad virtual está más viva que nunca, a golpe de una tecla, de un tic, de un solo movimiento de los dedos. Dicen que somos “nativos digitales” conectados con un nuevo cableado neuronal: Internet, telefonía móvil, redes sociales... Con un nuevo universo donde los abrazos, los besos y las lágrimas han dejado de ser reales para convertirte en iconos e imágenes aparentes. En este universo es fácil dejar de ser auténticos, perder nuestra dignidad, nuestra libertad. ¿Estamos construyendo una ética de la apariencia, donde la verdad, la felicidad, la amistad, y todo lo que nos hace humanamente dignos son ecos de la realidad? ¿Seguimos cautivos en el interior de la caverna que ya vislumbró, hace mucho tiempo, uno de los pensadores más universales de todos los tiempos, Platón, en su famoso Mito de la caverna?
Hagamos un poco de memoria colectiva: este mito platónico es como un cuento, con moraleja incluida. En él, nos pide Platón, que imaginemos una caverna subterránea que tiene una abertura por la que penetra una luz. En el fondo de esta caverna viven personas atadas desde la infancia, y no han salido nunca de la misma. Solo ven sombras de objetos materiales proyectadas en el muro del fondo de la gruta. Para ellas la realidad está constituida por sombras. Para Platón, estos prisioneros representan a la mayoría de la humanidad que permanece durante toda su vida viendo solo sombras de la realidad y oyendo únicamente ecos de la verdad. Su opinión sobre el mundo es de lo más inadecuada, pues está deformada.
Esta alegoría refleja la condición del ser humano que renuncia a su libertad, dejando que otros piensen y decidan por él, creyendo que la realidad es como estos quieren que sea. Es la vida sonámbula sumergida en la ignorancia. No se trata de la ignorancia de no saber, sino de la ignorancia de creer que se sabe, cuando en realidad se está engañado, en tanto que creemos que pensamos por nosotros mismos, pero no es así, ya que pensamos lo que piensan los demás: los poderes, los medios de comunicación, la publicidad, las redes sociales, el grupo de WhatsApp, etc.

¿Seguimos estando cautivos?, ¿seguimos creyendo que somos libres, pero en realidad estamos sometidos, llamando libertad a nuestras propias cadenas?
¿Seguimos viviendo en el Reino de las Sombras que nos narcotiza y atontece, perdiendo parte de nuestra dignidad, la libertad?
Tenemos que revelarnos contra la dictadura de las sombras que se alimentan ferozmente en esta sociedad consumista, egoísta, virtual y aceleradamente globalizada. Es importante estar alerta, en estado de insomnio consciente. Para ello, debemos ser autónomos, pensar por nosotros mismos. Ya lo reclamaba en 1784 el gran pensador ilustrado Immanuel Kant, en su obra ¿Qué es la Ilustración?:¡Sapere aude![2] ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!”. Como muy bien afirma, la pereza y la cobardía son las causas de que muchas personas renuncien a su libertad en favor de dejarse llevar, de que otros piensen por ellos. Como él mismo dice en su obra: ¡Es tan cómodo no estar emancipado! Tengo a mi disposición un libro que me presta su inteligencia, un cura de almas que me ofrece su conciencia, un médico que me prescribe las dietas, etc., etc., así que no necesito molestarme. Si puedo pagar no me hace falta pensar: ya habrá otros que tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa tarea…”
Esta pereza y cobardía nos hace renunciar a uno de nuestros mayores bienes, la libertad, la autonomía de ser nosotros mismos, perdiendo con ello nuestra propia dignidad.  El precio de todo ello es el sonambulismo y la esclavitud, cayendo en las garras de la ignorancia más dañina y manipulable.
Así es, las sombras siguen existiendo, fruto de una sociedad globalizada y consumista, donde el consumo se ha convertido en la principal fuente de ocio, situando al centro comercial como la caverna del presente. La mayoría de la humanidad está bajo el embrujo y el espejismo de las grandes marcas, que disfrazan sus tentáculos comerciales con pensamientos emotivos y grandes dosis de moralidad. Creemos que buscan lo mejor para la humanidad, cuando en realidad se sirven de estas estrategias para disfrazar sus verdaderas intenciones: convencerte para que consumas y los hagas más ricos: ¡Viva el consumismo! ¡Viva el capitalismo! No nos engañemos, ni Coca-Cola “destapa la felicidad”, ni McDonald´s es el paraíso familiar de comida saludable. Asimismo, la industria tecnológica está creando necesidades donde no las hay, y juega con un aliado consumista subliminal, la obsolescencia programada: los electrodomésticos, las videoconsolas, y en general cualquier aparato tecnológico viene con fecha de caducidad programada. Que mi móvil no es compatible con la nueva aplicación superdivertida de Pokémon GO,  ¡me tengo que comprar la nueva ya! Que mi impresora se ha averiado, ¡de nada sirve arreglarla, me cuesta más que una nueva! Y, qué decir de nuestro preciado tesoro, ¡el móvil!, inmiscuido en lo más profundo de nuestra propia intimidad, es más, esta la hemos perdido en favor de una ceguera social que nos invita a compartir, no solo lo que tenemos, también lo que somos, con amigos virtuales que desconocemos, pero están ahí, no como personas, sino como números, como entidades virtuales. El  móvil se ha convertido en la herramienta de la felicidad, y esta en una realidad virtual, donde importa más lo que aparentas ser que lo que eres.

La espiral sigue creciendo, para bien y para mal. Quizás es el momento de detener la espiral, al menos por unos instantes, para reflexionar sobre la cibercultura y sus consecuencias.

En este sentido se pueden plantear los siguientes interrogantes:

1.       ¿Cómo ha modificado Internet, el uso del móvil y las redes sociales las relaciones humanas y la sociedad en general?

2.       ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene estos cambios? ¿Benefician más que perjudican?

3.       ¿Sobre qué valores se está construyendo la nueva sociedad digital? ¿Se perderán valores, costumbres y esquemas mentales que tradicionalmente han acompañado a la humanidad?

4.       ¿Estamos inmersos, como señalan algunas voces apocalípticas, en un camino de autodestrucción de la propia humanidad?

5.       Si esta cibercultura nos aleja de los fundamentos de la humanidad, ¿cómo podemos reconducir la espiral en la que nos encontramos? ¿Será necesario que se dé una brusca y dolorosa sacudida para que seamos conscientes del cambio climático, el consumimos feroz, el egocentrismo, y otros importantes problemas que debemos solucionar?

6.       ¿Todo esto no es más que una visión apocalíptica de los cambios que están teniendo lugar, y a los que debemos adaptarnos para construir una nueva sociedad que no debemos temer?

7.       Si estamos construyendo una cibercultura, ¿qué derechos y deberes tendrá el ciberciudadano?

8.       ¿Hacia dónde evoluciona nuestra sociedad?



[1] Cultura asociada al mundo de las redes informáticas y a la realidad virtual.
[2] ¡Atrévete a saber!

lunes, 13 de noviembre de 2017



  • Tema: “Sócrates y Antígona: el respeto a las leyes (consenso) y la desobediencia civil (disenso).”
  • Lugar: Asociación Cultural Vela y Mora. Prado del Rey (Cádiz).
  • Día y hora: viernes, día 1 de diciembre, a las 17:30 horas.
  • Organiza: IES "Carlos III" en colaboración con el AMPA "Fabia Fabiana".

REFLEXIÓN INICIAL

« ¿Debe el ciudadano someter su conciencia al legislador por un solo instante, aunque sea en la mínima medida? Entonces, ¿para qué tiene cada hombre su conciencia? Yo creo que debiéramos ser hombres primero y ciudadanos después[1]. Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo.»

H. D.THOREAU, «Desobediencia civil», en Desobediencia civil y otros escritos.

« […] Pues no se dejará de objetar que, si cada cual hiciera en cada momento lo que estime en conciencia debe hacer, con independencia de lo que digan las leyes, quizá la convivencia social se haría imposible. Y que, aunque ciertos casos de desobediencia pueden comprenderse dentro de regímenes autoritarios, tal vez carezcan de justificación en los regímenes democráticos, en los que la soberanía radica en el pueblo, de donde extrae su legitimidad el poder legislativo. Aunque, por otra parte, habría que preguntarse en función de qué principios un ciudadano va a actuar en contra de su propia conciencia; y, por tanto, hasta qué punto y en qué medida la desobediencia civil puede estar justificada, si es que en algún caso lo está.»

C. GÓMEZ SÁNCHEZ, Disidencia ética y desobediencia civil.

Sirvan los textos anteriores para tomar conciencia del conflicto entre la moral y la ley, la legalidad y la legitimidad, el individuo y el Estado, en el marco general de los dilemas históricamente planteados entre ética y política.
Ya lo planteó Kant, filósofo alemán del siglo XVIII: el verdadero problema de toda teoría política reside en la posibilidad de hacer compatibles las diversas voluntades individuales con una voluntad total, de tal modo que, lejos de destruir la autonomía de la voluntad individual, la haga valer y la reconozca en un sentido nuevo. Todo ello dificultado por la insociable sociabilidad, que a juicio de Kant define la naturaleza humana, y que más tarde reflejó el filósofo alemán del siglo XIX, Arthur Schopenhauer, en el dilema del erizo o el puercoespín en una la fábula escrita en 1851[2].
Por consiguiente, estamos ante un conflicto difícil de resolver: ¿hay que obedecer siempre la ley aunque ello suponga ir en contra de la propia conciencia moral, o debemos actuar de acuerdo con nuestros principios morales aunque vulneren la legalidad?

Ante esta cuestión encontramos diferentes enfoques, que podrían quedar enmarcados en los posicionamientos de dos personajes clásicos: Sócrates y Antígona.
En el año 399 a. C., el filósofo ateniense Sócrates (470-399 a. C.), fue condenado a muerte injustamente, bajo las acusaciones falsas de no respetar a los dioses y de corromper a la juventud. Mientras esperaba la ejecución de la sentencia, sus amigos prepararon su fuga y trataron de convencerle para que se escapara. Sócrates se negó, a pesar de considerar que se le condenaba injustamente, alegando que si escapaba estaría burlando las leyes que toda su vida había defendido, y que estas deben cumplirse siempre y no solo cuando nos convienen, ya que suponen la garantía de la convivencia en sociedad.
Recordemos que para Sócrates, como para la mayoría de los griegos, antes que individuos se consideraban ciudadanos, estableciendo el “bien común” y al “justicia social” como los objetivos prioritarios de la política y el Estado. Así, Sócrates, fiel a sus principios bebió,  la cicuta y murió ante la consternación de sus amigos y familiares.
Con todo, la muerte de Sócrates plantea un problema fundamen­tal: la relación entre el individuo, la sociedad y las leyes, y también el de la relación del in­dividuo con su propia existencia y con la justicia.
Antígona es el título de una tragedia de Sófocles (poeta trágico griego, 496-406 a. C.), basada en el mito de Antígona y representada por primera vez en el año 442 a. C. El personaje clásico de Antígona es un símbolo de la resistencia frente a las leyes injustas en nombre de la conciencia moral. Al haber muerto en la guerra los dos hermanos de Antígona e hijos de Edipo, Etéocles y Polinices, el rey Creonte, tío de ambos hermanos, publica un decreto por el cual prohíbe que se dé sepultura y se realicen honras fúnebres a Polinices, al que considera un traidor por haber muerto luchando contra su patria.
Antígona debe respetar y cumplir la ley dictada por el rey, pero al mismo tiempo está convencida de que no puede permitir que su hermano no sea sepultado, siguiendo los principios sagrados que responden a la ley de la familia y al derecho de los muertos a recibir un funeral, para que su hermano pueda descender al Hades, el mundo de los muertos, ya que para los griegos eran muy importantes los honores fúnebres, porque en caso de no celebrarse, el cuerpo del difunto sería condenado a vagar eternamente por la Tierra, imposibilitado para acceder al reino de las sombras. La intención de Creonte era que el cuerpo de Polinices fuese abandonado, como pasto de las aves de rapiña.
Antígona decide enterrar a su hermano contraviniendo la ley, y siendo consciente del castigo que habrá de sufrir: Creonte la condena a ser encerrada en una tumba hasta que muera, pero ella se ahorcara.

Nos encontramos ante dos modelos éticos diferentes, pero, quizás no necesariamente antagónicos. Uno se posiciona en la ética del consenso, que postula el pacto social entre los ciudadanos y el Estado, del que resultan unas leyes, fruto del consenso, al menos en un contexto democrático que exige el respeto a la ley para garantizar el Estado de derecho. El otro, fundamentado en la ética del disenso, sostiene que existen principios morales irrenunciables que están por encima de cualquier ley, por lo que se justifica la desobediencia a la ley por razones de conciencia, y por tanto, la desobediencia civil y la objeción de conciencia.
Estos últimos planteamientos pueden generar cierta polémica y conflicto político y moral…

Para seguir profundizando en el tema sugiero que sigas leyendo, si lo deseas, la continuidad del esta reflexión. Para descargarla cliclea sobre el siguiente título:


El debate queda abierto. Seguidamente se sugieren algunos interrogantes como posibles preguntas para desarrollar el Café Filosófico:

1. ¿Está justifica la desobediencia a las leyes en un sistema democrático?
2. ¿Supondría la desobediencia a las leyes una ruptura de la convivencia y del pacto social?
3. ¿Es necesaria la desobediencia a las leyes para garantizar un sistema democrático ? 
4. ¿Debe tener límites la desobediencia civil? ¿La libertad de expresión debe tener límites?
5. ¿Es lo mismo objeción de conciencia y desobediencia civil?
6. ¿Se ha alcanzado un mayor grado de evolución social desde la ética del consenso o la del disenso?
7. ¿Somos individuos antes que ciudadanos o todo lo contrario?
8. ¿La desobediencia civil solo es legítima cuando se desobedecen leyes injustas?
9. ¿Todo acto de desobediencia a la ley es un acto de desobediencia civil?
10. ¿Se debe la desobediencia civil a la insociable sociabilidad del ser humano?





[1] Contrario al planteamiento de los grandes pensadores griegos: Sócrates, Platón y Aristóteles, que priorizan la ciudadanía antes que la individualidad, ser ciudadano antes que individuo.
[2] «En un frío día de invierno un grupo de puercoespines se acercaron mucho los unos a los otros, apretujándose, con el fin de protegerse, mediante el mutuo calor, de quedar helados. Pero pronto sintieron las recíprocas púas, que los hicieron distanciarse otra vez a los unos de los otros. Mas cuando la urgencia de calentarse volvió a acercarlos, se repitió otra vez la misma calamidad, de modo que eran lanzados de acá para allá entre uno y otro mal, hasta que por fin encontraron una distancia moderada entre ellos, en la que podían mantenerse óptimamente. Así es como la necesidad de compañía, brotada de la vaciedad y monotonía de su propio interior, empuja a las personas a juntarse; pero sus muchas propiedades repulsivas y sus muchos defectos intolerables vuelven a apartarlas violentamente.» 
A. SCHOPENHAUER, Parerga y Paralipómena.

sábado, 4 de febrero de 2017





Tema:  “La mujer en la sociedad actual: igualdad, discriminación y empoderamiento.”

Lugar:  Asociación Cultural Vela y Mora. Prado del Rey (Cádiz).

Día y hora:  Viernes, día 17 de febrero, a las 17:30 horas.

Organiza:  IES "Carlos III" en colaboración con el AMPA "Fabia Fabiana".


REFLEXIÓN INICIAL

Los nacidos en el siglo XX, y tenemos ya unos años, cuando hablábamos del siglo XXI, nos imaginábamos un mundo sofisticadamente tecnológico: robots inteligentes, coches voladores, conquistas estelares, etc. Y, casi lo hemos conseguido, hemos alcanzado un gran desarrollo científico-técnico que nos permite tener una vida más fácil y feliz, aunque se haya generado otro tipo de problemas derivados del exceso del cientificismo y del uso inconsciente de la tecnología; quizás porque no todo lo que se puede hacer se debe hacer. No obstante, podemos poner en duda si tal crecimiento se ha producido a nivel de la moral en general, y los derechos humanos en particular. No es necesario realizar un exhaustivo análisis de nuestra sociedad para constatar que el ser humano, quizás ha evolucionado poco a nivel moral, o al menos mucho menos  que en el ámbito científico- tecnológico.
Siguiendo el análisis del desarrollo evolutivo del razonamiento moral realizado por Lawrence Kohlberg (1927-1987)[1], podemos afirmar que la gran parte de la población mundial se encuentra en los niveles más bajos de desarrollo moral. Podemos enumerar diferentes ejemplos que verifican este diagnóstico. Nos vamos a parar en uno de ellos: la discriminación de la mujer, objeto principal de nuestro segundo Café Filosófico.
Es cierto que, en la actualidad, la mujer se encuentra menos discriminada que en el pasado, pero sigue siendo víctima  de una sociedad machista que la discrimina en todos los sectores sociales, y más aún en los países en los que no impera la ley como principio de convivencia, fruto de un sistema democrático y un Estado de Derecho.
Son los “renglones torcidos” de la libertad y la dignidad humana: niñas y mujeres sin derecho a la educación y la asistencia sanitaria, matrimonios infantiles, agresiones y violaciones sexuales, mutilación/ablación genital, violencia de género, discriminación legal y laboral, discriminación salarial, discriminación sexual, invisibilidad de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad, etc., etc.
¿Por qué seguimos escribiendo con nuestras actitudes estos “renglones torcidos”? Porque seguimos renovando cada día una sociedad patriarcal con prejuicios machistas, con mitos anclados en la añeja visión determinista y androcéntrica del mundo, porque confundimos sexo y género, porque el aprendizaje social reitera inconscientemente actitudes sexistas y discriminatorias, refugiadas en el peso y el poder de la tradición; porque no se están poniendo en práctica políticas destinadas a reorientar los pilares de la educación, porque no queremos salir de la “zona de confort” reglada bajo los cánones del patriarcado…
Con todo, es necesario un giro “copernicano” a nivel ideológico, demandado por los principios de igualdad, libertad y dignidad humana, simplemente porque mujeres y hombres somos iguales, pero diferentes.
Para conseguir ese cambio en nuestra cosmovisión de lo masculino y lo femenino son necesarias estrategias educativas, sociales e ideológicas. Entre ellas, el llamado empoderamiento de la mujer. Se trata de un término acuñado en la Conferencia Mundial de las Mujeres en Beijing (Pekin) en 1995 para referirse al aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder. Actualmente esta expresión conlleva también otra dimensión: la toma de conciencia del poder que individual y colectivamente ostentan las mujeres y que tiene que ver con la recuperación de la propia dignidad de las mujeres como personas. Por tanto, este concepto hace referencia a la capacitación para la emancipación que adquieren las mujeres ante su propia vida, junto al poder colectivo que les dota de estrategias para producir cambios socioculturales…

El debate queda abierto. Seguidamente se sugieren algunos interrogantes como posibles preguntas para iniciar el Café Filosófico:

  • ¿Por qué sigue existiendo en pleno siglo XXI la discriminación de la mujer?
  •  ¿Tan discriminada sigue estando la mujer en la actualidad?
  • Si se denuncia la discriminación de la mujer, ¿por qué se defiende la discriminación positiva de la mujer  como un camino hacia la igualdad?
  • ¿Es posible alcanzar la plena igualdad entre hombres y mujeres?
  • ¿Cómo se puede superar el machismo y la discriminación de la mujer?
  • ¿El empoderamiento de la mujer es una necesidad para superar la discriminación de la mujer?
  • ¿El lenguaje es sexista, potencia la discriminación de género?




[1] Psicólogo contemporáneo discípulo de Jean Piaget, que tras su estudio del desarrollo de la conciencia, llegó a la conclusión de que, a pesar de la pluralidad de contenidos morales (valores y normas), se puede hablar de esquemas universales de razonamiento vinculados a la propia psicológica, en función de los cuales  evolucionamos de esquemas más infantiles y egocéntricos a esquemas más maduros y altruistas. En general establece, siguiendo esta escala evolutiva, seis estadios de madurez creciente, con razonamientos morales diferentes: 1) Obediencia y miedo al castigo. 2) satisfacer los propios intereses. 3) ser aceptado por el grupo. 4) aceptar la normas acríticamente. 5) Derechos constitucionales. 6) Principios morales universales.

jueves, 28 de abril de 2016

PRIMER CAFÉ FILOSÓFICO. IES "CARLOS III"



Tema: “Ética y Dignidad”.

Lugar: Asociación Cultural Vela y Mora. Prado del Rey (Cádiz).

Día y hora: viernes, día 6 de mayo, a las 18:00 horas.

Organiza: IES "Carlos III" en colaboración con el AMPA "Fabia Fabiana".


“En 1992, Marc Sautet, profesor de filosofía en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de París, durante una entrevista en la radio, contó como algo anecdótico que se reunía con unos amigos para filosofar cada domingo por la mañana en un café de la plaza de la Bastilla, en París. Cuál sería su sorpresa el domingo siguiente, cuando comprobó cómo acudían numerosas personas, deseosas de participar en ese tipo de discusiones informales. Semana tras semana, el número de asistentes iba en aumento, por lo que se hizo necesario buscar algunas reglas básicas de funcionamiento, con el fin de que este tipo de aglomeraciones no se transformase en una algarabía cacofónica. El café filosófico había nacido.”

Oscar Brenifier, Filósofo práctico. Instituto de Prácticas filosóficas.

El café filosófico es un foro de discusión, reflexión y debate; fundamentado en los principios de libertad, respeto y tolerancia. Se trata de un sistema de democratización del conocimiento en general y de la Filosofía en particular. No es un escenario para eruditos y “especialistas” con pretensiones de discursos academicistas. Cualquier persona interesada por la reflexión y el diálogo puede participar. No es un lugar donde se aprende Filosofía, sino a filosofar, dialogar, interpretar y confrontar, para que cada persona saque sus propias conclusiones. Por último, señalar que el café filosófico parte del diálogo socrático.  La pregunta es su esencia y el diálogo su herramienta.

REFLEXIÓN INICIAL SOBRE EL TEMA 

Cuando hablamos de dignidad, al margen de las diferentes acepciones y matices del término, nos estamos refiriendo a una cualidad intrínseca de la naturaleza humana (¡que nos perdonen los existencialistas!), que hace al ser humano merecedor de un respeto esencial. En este sentido, la dignidad es el valor en el que se fundamenta la ética, como exigencia del respeto a la persona humana. Así, la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que el principio de la dignidad humana debe ser entendido como el fundamento último del orden moral y legal.

En el ámbito de la ética individual, la dignidad juega un papel esencial. Desde esta perspectiva, la dignidad se interpreta como autenticidad: la fidelidad con uno mismo. Como bien señala Ortega y Gasset, “la coincidencia del hombre consigo mismo” es el pilar fundamental de la dignidad personal, nuestro imperativo ético esencial. Así se ha afirmado desde la sabiduría perenne:

“Atrévete a llegar a ser quien eres”. Píndaro.

“Cuida ante todo de ser siempre igual a ti mismo”. Séneca.

“Conócete a ti mismo”. Sócrates.

Sócrates, el tábano: amado, aclamado, vilipendiado y “asesinado”; siempre Sócrates. Llegamos a él y partimos de él, por mucho que le pese a Nietzsche. ¿Quién soy? ¿Qué soy? Quizás hemos olvidado lo que somos, hemos dejado de saber qué o quién es el ser humano, y con ello, hemos olvidado ser fieles a nosotros mismos, ser auténticos.

Esta omisión de lo humano nos ha llevado al extravío de la autenticidad, que camina en la indigencia, a pesar de ser una propiedad de lo real, en tanto que lo real es fiel a sí mismo. Las apariencias, los disfraces, las máscaras, las insinuaciones, son los nuevos ropajes de lo real. Lo que perece ser y no es, lo que pretende ser pero no llega a ser; lo virtual frente a lo auténtico. El ser humano anda enmascarado. La virtualidad gira sobre sí misma en las relaciones interpersonales, a través de las llamadas “redes sociales”: sentimientos, emociones, pensamientos, deseos…, “enlatados” en teclados, pantallas táctiles y datos telemáticos que interactúan a una velocidad vertiginosa, al igual que nuestras vidas globalizadas bajo el hechizo del consumismo y la publicidad. Es más, este abandono de la humanidad nos conduce hacia los rincones más inauténticos del ser humano; cuando permanecemos sonámbulos ante las numerosas agresiones contra la dignidad: violaciones de los derechos humanos, crímenes contra la humanidad, guerras sin sentido, etc.
Este olvido, fruto, entre otras causas, del individualismo recalcitrante del ciudadano, recae también en la ética social o pública. Así,  nuestros dirigentes políticos han dejado atrás el verdadero arte de gobernar, en favor del arte de engañar. Lejos les queda la ilustre “Politeia” griega: el gobierno de todos en beneficio del bien común. Hoy, el gobernante se ha contagiado de individualismo, del egoísmo en torno al poder. Pero, no solo el político ha dejado de ser auténtico, el ciudadano ha dejado de vivir conscientemente, “sonambuliza”…

Es importante abrir los ojos a la realidad y comprometernos con ella. Tenemos  que atrevernos a saber (“Sapere aude”. Kant), ser conscientes, responsables y comprometidos. Así lo señala muy bien nuestro pensador más ilustre, Ortega y Gasset: la autenticidad no es solo una cualidad del ser humano como individuo, es también un imperativo moral que abarca la vida social y colectiva. Del mismo modo que cada individuo se enfrenta al reto de ser fiel a su propio ser, también la sociedad en su conjunto puede traicionar su destino o ser coherente con él. En función de sus peculiaridades históricas y culturales, cada época, cada generación (coetáneos que comparten una misma sensibilidad vital), tiene una tarea fundamental que realizar y un destino. ¿Cuál es la nuestra?, la de los ciudadanos de la sociedad contemporánea, la tara de nuestra generación.

A pesar de todo, la autenticidad no es solo un holograma del pasado, sigue perteneciendo a lo real, y por consiguiente a la humanidad, al ser humano como individuo y como ser social. Está presente en la naturaleza, en el beso de una madre y un padre, en el abrazo de un/a amigo/a, en la sonrisa de un/a niño/a. ¿Cómo podemos recuperarla? No nos olvidemos que ella, la dignidad humana, es el paradigma de lo ético, lo político y lo jurídico; es el fundamento de  la libertad, la igualdad, la solidaridad y la justicia.

                                                        La autenticidad es una cualidad del ser.
                                                        Brota de la misma naturaleza,
                                                        de la esencia del ser.

                                                       Es la verdadera presencia.
                                                       Lo realmente real.
                                                       Lo que es.

                                                       Ser auténtico
                                                       es ser fiel, honesto y sincero.
                                                       Huir de las máscaras y las apariencias.
                                                       Es sentir la verdad en nuestra vida…
  

Lecturas recomendables:


Fundamentación ética de la dignidad. Expresión jurídica de la dignidad.


Fundamentos de la dignidad humana.


Ortega y Gasset: dignidad de la persona = autenticidad.


Autenticidad. 

lunes, 26 de agosto de 2013

DE LA ILUSTRACIÓN A LA GLOBALIZACIÓN. ENSAYOS

Los alumnos y alumnas de primero de Bachillerato, grupo B, del IES Carlos III de Prado del Rey, nos invitan a realizar una reflexión sobre este periodo histórico. Desde esta ventana os quieren hacer partícipes de algunas de sus reflexiones, “pellizcando” nuestras conciencias, y con ello despertarnos del “sonambulismo”  en el que andamos envueltos.

Los inicios de esta etapa histórica, la Edad Contemporánea, estuvieron muy marcados por la Ilustración, movimiento cultural que se desarrolló a lo largo del siglo XVIII, fundamentado en una razón crítica (no dogmática, como la racionalista). Entre sus objetivos principales se encuentran: la felicidad individual y colectiva, y el progreso de la humanidad basado en el desarrollo científico, con la mirada puesta en la Naturaleza como el medio natural del ser humano. Seguimos construyendo este momento histórico, en el que está jugando un papel importante el  fenómeno de la Globalización; ¿podría entenderse como la Ilustración del siglo XXI? ¿Podemos hablar de una Globalización ilustrada o de una Globalización des-ilustrada? ¿La Globalización supone una anemia moral de nuestra sociedad?

    Para descargar los ensayos solo tienes que hacer "clic" en el nombre de los autores/as.

Autores y ensayos:
Título del Ensayo: Historia no es pasado, nostros decidimos cómo se sigue escribiendo.
Título del Ensayo: Las libertades individuales.

Título del Ensayo: La propaganda del poder: Del origen divino al “Yes We Can!”

Profesor: David Fernández Fernández.

Materia: Historia del Mundo Contemporáneo.

Curso: 2012/2013.

sábado, 2 de febrero de 2013

¿HEMOS EVOLUCIONADO MORALMENTE?

El ser humano ha alcanzado un gran desarrollo científico-técnico. Basta con echar una mirada a nuestro entorno para ser conscientes de ello: electrodomésticos que nos facilitan las tareas domésticas, sistemas informáticos computarizados, Internet (como la gran revolución en la comunicación e información), vehículos inteligentes, desarrollos impresionantes en el ámbito de la medicina y la biotecnología, avances interminable en la telefonía móvil, etc. Así, en pocos años hemos alcanzado cotas de avance científico-técnico insospechadas por nuestros antepasados inmediatos.
Sigamos mirando, con una mirada más profunda: observemos nuestras acciones y decisiones. Analicemos nuestro comportamiento desde una perspectiva moral, entendida como una de las dimensiones propiamente intrínsecas al ser humano, como ya señaló el viejo Aristóteles. Detengámonos unos instantes en el análisis del desarrollo evolutivo del razonamiento moral realizado por Lawrence Kohlberg, psicólogo contemporáneo discípulo de Jean Piaget, que tras su estudio del desarrollo de la conciencia, llegó a la conclusión de que, a pesar de la pluralidad de contenidos morales (valores y normas), se puede hablar de esquemas universales de razonamiento vinculados a la propia psicológica, en función de los cuales  evolucionamos de esquemas más infantiles y egocéntricos a esquemas más maduros y altruistas. En general establece, siguiendo esta escala evolutiva, seis estadios de madurez creciente, con razonamientos morales diferentes. Los tres primeros corresponden a etapas de escasa madurez moral, propia de una conducta heterónoma: 1. En este estadio nos regimos por el esquema premio/castigo, obedeciendo las normas por miedo al castigo. 2. Este nivel corresponde al esquema moral propio de una conducta egoísta: “haz lo que quieras mientras no me perjudique”. Se buscan los propios intereses. 3. Aquí el esquema moral sería cumplir con las expectativas que los demás esperan de ti. Nos mueve el deseo de agradar y ser aceptados. 4. En este estadio comienza la autonomía moral. Se trata de cumplir con el deber, con lo socialmente establecido, atendiendo a la propia responsabilidad. 5. Aquí tiene gran importancia el contrato social, el comportamiento se rige por los derechos que están por encima de todas las instituciones. 6. En este estadio a conducta moral se rige por principios éticos universales, que tienen prioridad sobre las obligaciones e instituciones. Es el momento de la madurez moral necesaria para el “disenso”, la disconformidad, oposición o contrariedad con lo establecido. Corresponde al esquema moral  propio de la ética de la reciprocidad: “Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti". Me atrevería a señalar que es posible añadir un estadio más, que siga planteando los principios éticos universales, como modelo propio de la plena autonomía moral. No obstante, sugiero que la regla de oro de la reciprocidad sigue vinculada a la heteronomía, en tanto que se rige por un principio de responsabilidad recíproco, es decir, aquel en el que se espera algo del otro. Es necesario formular un nuevo principio de responsabilidad no recíproco,  planteado desde la verticalidad moral, es decir, mirando más allá de nuestro entorno, más allá del horizonte moral de los que nos rodean. Es el principio de responsabilidad propio de la maternidad/paternidad; desde el que no se espera nada, en el que se pierde por completo la horizontalidad moral. Quizás es un principio utópico, un ideal, algo así como las “Ideas de la razón” de Kant.
Teniendo en cuenta este análisis del desarrollo moral, y atendiendo a una valoración general de nuestra sociedad desde el punto de vista moral, ¿en que estadio se encuentra la mayoría de las personas? ¿Podríamos asegurar que la mayoría se situaría entre los tres primeros, y algunos podrían alcanzar el cuarto? ¿Los últimos estadios estarían reservados para personas muy especiales, y formarían un grupo reducido? Si todas las respuestas a estas preguntas son afirmativas, ¿por qué hemos evolucionado tanto a  nivel científico-técnico y tan poco a un nivel moral? ¿Muchos de los problemas de la sociedad del siglo XXI pueden estar relacionados, entre otros aspectos, con nuestra inmadurez moral? ¿Quizás nos hemos olvidado alimentar otros aspectos del ser humano que tal vez anden en la indigencia, aferrándonos al saber científico- técnico y no a la “sabiduría”?
Te invito a que reflexiones, y ofrezcas tu comentario personal sobre estas cuestiones. Ya sabes, para poderlo hacer tienes  que hacerte seguidor/a de este blog, accediendo con tu perfil Google, Twitter o Yahoo, en la barra lateral de la derecha, en “Seguidores”. Si no tienes cuenta, tendrás que abrirla para poder acceder. ¡Anímate!