Cuando nos asomamos a la historia de la Filosofía , los diferentes pensadores, los verdaderos sujetos de la historia de la Filosofía , nos parecen bustos de mármol con pensamientos inmortalizados en sus obras y artículos; no en el sentido de las “momias conceptuales” de Nietzsche, pero sí en la distancia del contacto personal, de la presencia. En definitiva, parecen como personas del pasado, cuya historia vivencial se olvida, ante la objetividad de sus ideas.
Olvidamos que han sido y son personas, con sentimientos y emociones, con miedos, fracasos y triunfos. Son, como diría Ortega, la cultura desarraigada de la vida. Sin embrago, son vida, en el sentido más orteguiano del término.
Por ello, desde este pequeño rincón de la vida, podemos rescatar ese sentido “mundano” de nuestros grandes pensadores. Pedemos acercarnos a su “respiración”, a su instante cotidiano. Para ello, necesito de vuestra colaboración, contando, narrando alguna anécdota verídica o mítica de alguna de estas personas alustres, a través de un comentario en esta entrada del blog. Con ello, conseguiremos que sus bustos nos saluden con gestos humanos.
Comienzo este ANECDOTARIO FILOSÓFICO con una anécdota de nuestro filósofo más universal, José Ortega y Gasset.
"El Gallo"
Del torero Rafael Gómez Ortega, "El Gallo", dicen que, una vez, alguien quiso presentarle a José Ortega y Gasset. Cuando El Gallo preguntó qué era eso de un "filósofo", le explicaron algo así como que "Los filósofos son gente que se dedica a pensar". Dicen que respondió: "Hay gente pa tó".