El nombre de “La encina de Zeus” no es propiamente filosófico, aunque la temática de este blog sea en su mayor parte filosófica. No obstante, es sobradamente conocida la metáfora del árbol del conocimiento ofrecida por Descartes.
¿Por qué la encina? Porque es nuestro árbol más característico. “En un país con árboles pequeños o regalos a las montañas y las vegas de los ríos, la encina aparece como el gigante negruzco de tallo corto y grueso, de copa amplia y espesa, capaz de albergar a todos los animales de la dehesa y de alimentarlos con su fruto: las bellotas” (NEWMAN, A. Árboles guardianes de la magia). Además, dicen que Zeus, el rey de los dioses, meditaba debajo de una encina para encontrar solución a sus problemas.
Por todo ello, ¿qué mejor lugar para reflexionar, dialogar y respirar que una encina?...
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miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿HA MUERTO LA FILOSOFÍA?

     Existen diferentes clases de necesidades. Unas, primarias, que nuestro organismo demanda para poder sobrevivir, como por ejemplo comer, beber, etc. Otras, secundarias, que nos crea la sociedad en la que vivimos, como los electrodomésticos, el teléfono móvil, etc. La filosofía no se mueve en el contexto de las necesidades materiales, a esto responden mejor las ciencias o, más en concreto, las técnicas que de ellas se derivan.
En este sentido, se puede afirmar que la Filosofía es un saber de segundo grado –no segundo rango, o rango inferior-, que presupone un determinado grado de desarrollo de la vida política, socioeconómica y cultural. Además, presupone otros saberes previos de «primer grado», como son los saberes técnicos, políticos, matemáticos, físicos, etc. Es decir, que para que surja el saber filosófico se tienen que dar unas condiciones sociales, económicas y culturales. Así lo refleja el siguiente texto de Hegel (1770-1831), máximo representante del idealismo alemán[1]:

“Al decir, aún, una palabra acerca de la teoría de cómo debe ser el mundo, la filosofía, por lo demás, llega siempre demasiado tarde. Como pensar del mundo surge por primera vez en el tiempo, después que la realidad ha cumplido su proceso de formación y está realizada. Esto, que el concepto enseña, la historia lo presenta, justamente, necesario; esto es, que primero aparece lo ideal frente a lo real en la madurez de la realidad, y después él crea a este mismo mundo, gestado en su sustancia, en forma de reino intelectual. Cuando la filosofía pinta el claroscuro, ya un aspecto de la vida ha envejecido y en la penumbra no se le puede rejuvenecer, sino sólo reconocer: el búho de Minerva inicia su vuelo al caer el crepúsculo.”

 HEGEL: Filosofía del derecho (traducción de Angélica Mendoza de Montero, a partir de la versión italiana de Francisco Messineo, Editorial Claridad, Buenos Aires 1937.)

Por lo tanto, la Filosofía responde a otro tipo de necesidad: la de comprender, expresar y analizar críticamente los problemas que se le presentan al ser humano y los supuestos de las ciencias. Por tanto, la filosofía trata de analizar el sentido de nuestra existencia y del mundo en que vivimos. La filosofía es entendible en términos de una crítica ideológica potenciadora de la autorreflexión y del análisis crítico del sistema social.
Sin embargo, desde hace unas décadas, algunas voces se han alzado para anunciar el fin de la Filosofía. Así, los posmodernos (Lyotrad, Vattimo) sólo quieren hablar de un «pensamiento débil» muy lejos del pensamiento «profundo» o «fundamentador» de los filósofos «de toda la vida».Y Rorty, por su parte, después de afirmar que «no hay peligro de que la filosofía llegue a su fin» no le asigna más que esta tarea «el interés moral del filósofo ha de ser que se mantenga la conversación de Occidente, más que el exigir un lugar, dentro de esa conversación, para los problemas tradicionales de la filosofía moderna» (R RORTY, La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid, Cátedra, 1989 p. 355).
      No obstante, muchos otros hablan de la necesidad de la Filosofía en la sociedad actual. Entre ellas, la UNESCO, que en 2005 elaboró una «estrategia intersectorial sobre la Filosofía» en su reunión (171 EX/12), señalando las funciones que la Filosofía debe desempeñar en la sociedad del siglo XXI  (http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001386/138673s.pdf). 
Hoy día, superado el positivismo, los científicos ya no pretenden poseer «la verdad», y, menos todavía, «toda la verdad». Quedan todas aquellas cuestiones que -en expresión de Husserl- «desbordan el mundo en cuanto universo de los meros hechos», es decir, «las cuestiones supremas y últimas». Tales cuestiones -como, por ejemplo, el sentido de la vida- no son cuestiones «sin sentido»; son sólo cuestiones que carecen de sentido para la ciencia, pero no para el ser humano. La ciencia exige, pues, una reflexión que vaya más allá de la misma ciencia. Pero esto no quiere decir que la filosofía actual pueda volver, sin más, a sus orígenes, y reconstruir alegremente la metafísica. Las críticas de Hume, Kant, Nietzsche, Comte y el Neopositivismo no pueden ser ignoradas.
Antes estas reflexiones hay que tomar partido. Y, el debate no está sólo en manos de los expertos, porque toda persona, por el hecho de serlo, tiene la posibilidad, el derecho y el deber de reflexionar. Por ello, te invito a que participes en el presente debate en torno a las siguientes preguntas: ¿debemos anunciar el fin de la Filosofía en la sociedad del siglo XXI? ¿La Filosofía ha muerto y no tiene ya nada que decir?
Para animar el debate, sugiero la lectura de la entrevista realizada a Mario Bunge en la Revista electrónica de ciencia, tecnología, sociedad y cultura, Tendencia 21 (http://www.pensamientopenal.com.ar/16042010/filosofia02.pdf); donde este prestigioso físico, filósofo de la ciencia y humanista argentino (defensor del realismo científico y de la filosofía exacta), afirma que la filosofía no ha muerto, pero está gravemente enferma.


[1] Se trata de una escuela filosófica que se desarrolló en Alemania a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Surgió a partir de la obra de Immanuel Kant en los años 1780 y 1790, vinculado estrechamente con el Romanticismo, la Ilustración y el contexto histórico de la Revolución francesa y las posteriores Guerras Napoleónicas. Los principales pensadores del movimiento fueron, además del propio Kant, Fichte, Schelling y Hegel –precursor del idealismo absoluto-. En filosofía, el término “idealismo” designa la teoría que —en oposición al materialismo— sostiene que la realidad extramental no es cognoscible tal como es en sí misma, y que el objeto del conocimiento está preformado o construido por la actividad cognoscitiva.